En Lombriz Roja Urbana, una de nuestras principales recomendaciones para controlar la producción incontrolada de residuos orgánicos en las ciudades, es el compostaje en general y especialmente el lombricompostaje. En España esta política es regulada legalmente, pero ahora según el autor que hoy compartimos, el problema pudiera ya no ser "montañas de residuos orgánicos sino montañas de compost, a las que no se sabe en que utilizar".
En nuestra opinión, es un falso problema. ¿por que decimos esto? Es que según la visión de este autor, todo el proceso de compostaje se está viendo, como una relación estrictamente de compra - venta. Y el comprador tiene entonces el derecho de exigir calidad. En nuestra opinión este planteamiento original es errado. El compostaje debe ser visto como un servicio que debería ser costeado en mayor parte por quien produce el residuo. Y si la agroindustra produce toneladas de alimentos, de los cuales toneladas terminan siendo restos orgánicos. ¿cómo es posible que se niegue a adquirir el compost, por que no es de calidad?
No obstante este artículo es muy interesante e introduce elementos importantes a considerar. A nuestros lectores y lectoras ¿que opinan?
Les invito a leer este interesante y polémico artículo.
Los límites del compost: ¿calidad o cantidad?
Javier Ansorena Miner.
Director
técnico del Plan de Residuos de Gipuzkoa 2002-2016.
Autor del libro “El Compost de Biorresiduos. Normativa, calidad y aplicaciones”
Autor del libro “El Compost de Biorresiduos. Normativa, calidad y aplicaciones”
La gestión de los
biorresiduos entre nosotros se integra en valores culturales cercanos a lo
mítico y lo místico. Mítico porque parece un concepto universal y precientífico
que el compostaje constituye la principal alternativa a los tratamientos
finalistas de incineración y vertido, a pesar de la dudosa sostenibilidad que,
en territorios como Gipuzkoa (al igual que en otros de la cornisa cantábrica),
representa todo el esfuerzo de los ciudadanos y las instituciones en la
separación, recogida, transporte y tratamiento de los biorresiduos para obtener
un producto al que somos incapaces de dar una salida adecuada. Y místico
porque, para algunos colectivos, este asunto se considera un dogma de fe que no
puede ser objeto de debate y reflexión, sino de obligada creencia.
La
normativa comunitaria impone a los entes locales la obligatoriedad de impulsar
la recogida selectiva y el tratamiento biológico de biorresiduos de cocina y
de jardín, así como el uso del compost resultante. En Gipuzkoa hemos
cumplido a plena satisfacción el primer requisito, gracias a la implantación de
sistemas avanzados de recogida separada mediante contenedores personalizados y
puerta a puerta. Y lo hemos hecho tanto en términos cualitativos (niveles de
pureza del biorresiduo del 99%) como cuantitativos (más de 34.000 toneladas
recogidas en 2015, frente a las 25.300 de 2014 y las 14.170 de 2013). Sin
embargo, las otras dos etapas que permiten cerrar el ciclo de la materia
orgánica en el marco de una economía circular presentan serias limitaciones.
Acabamos
de conocer los problemas de funcionamiento de la nueva planta de compostaje de
Epele (10.000 toneladas anuales de capacidad), proyectada para tratar menos de
la tercera parte de los biorresiduos actualmente recogidos en Gipuzkoa. Es
decir, deberemos continuar exportando cantidades ingentes y crecientes de
biorresiduos a otros territorios vecinos, con los enormes costes ambientales,
sociales y económicos que conlleva (unos dos millones de euros anuales). Este
despilfarro es una de las causas de que el recibo de la basura que paga una
familia donostiarra se haya quintuplicado en los últimos diez años.
Corremos
el riesgo de trasladar el problema de los residuos urbanos al sector productor
de sustratos y enmiendas, pasando de “montañas de residuos” a “montañas de
compost”.
La planta
de Lapatx (2.500 toneladas anuales de capacidad de tratamiento) no alcanza a
tratar la décima parte de los biorresiduos recogidos en Gipuzkoa. Por ello la
inmensa mayoría se desvían a instalaciones privadas de Funes, Caparroso o
Itxassou sin que se produzca el retorno a nuestro territorio del compost obtenido
en dichas plantas, porque no se sabe qué hacer con él. Hemos sabido también en
fechas recientes que las instituciones competentes tampoco encuentran salida al
compost obtenido en aquella. Esto significa que la política de biorresiduos
adoptada en la anterior legislatura “empezó a construir la casa por el tejado”:
recogida masiva de biorresiduos, sin disponer de capacidad de
tratamiento de los mismos ni de un destino para el compost obtenido.
En el
origen de esta situación se encuentra la naturaleza de nuestro sector primario,
caracterizado por la escasez de suelos agrícolas (con elevados niveles de
materia orgánica) y los importantes excedentes de residuos ganaderos, con los
que el compost debe competir en condiciones de clara inferioridad. La única
salida razonable que hemos encontrado hasta ahora ha sido su utilización en las
áreas de la jardinería y el paisajismo.
Estos
sectores vienen desde hace muchos años empleando materias primas y subproductos
nobles como turba, cortezas de árboles, fibras de madera…, que les permiten
obtener sustratos, enmiendas del suelo y abonos orgánicos de la máxima calidad
y aceptación en el mercado. Y se muestran reacios a sustituirlos por
biorresiduos y, en general, por cualquier tipo de residuo. Corremos el
riesgo —como ya advirtieron los productores europeos hace varias décadas— de
trasladar el problema de los residuos urbanos al sector productor de sustratos
y enmiendas, pasando de “montañas de residuos” a “montañas de compost”.
¿Es la
calidad de nuestro compost de biorresiduos equiparable a la de los materiales
con los que tiene que competir? La respuesta es negativa: a pesar de la elevada
pureza de los biorresiduos de partida y del excelente aspecto del compost
obtenido, presenta algunas limitaciones que condicionan su aceptación por los
posibles receptores: presencia de impurezas, variabilidad, salinidad y
sodicidad, baja disponibilidad de nutrientes… Así me lo han manifestado
reiteradamente sus representantes en los encuentros que he mantenido con ellos
durante los dos últimos años.
Los
países líderes en este ámbito han dimensionado sus infraestructuras basándose
en criterios de racionalidad y sostenibilidad.
Invitado
por la asociación APTYS, que agrupa a los fabricantes nacionales de
tierras y sustratos, el pasado 28 de septiembre tuve la oportunidad de exponer
y contrastar esta realidad en el marco de la feria internacional Iberflora.
Como fruto del interesante debate que siguió a la presentación, se concluyó que
dichos productores podrían constituir la más importante vía de comercialización
del compost obtenido en regiones que presentan una problemática semejante a
la nuestra. Pero para alcanzar un acuerdo que satisfaga plenamente a ambas
partes es imprescindible establecer una comunicación fluida y permanente, que
incluya las condiciones de aceptación del compost en todos los aspectos
relativos a su calidad que hemos citado. Y que pueden ser objeto de mejora a
través de diversas acciones de sensibilización y experimentación (reducción de
impurezas, pelletización, preparación de mezclas…).
No habría
que excluir decisiones como la limitación de la recogida selectiva a los biorresiduos
crudos de origen vegetal (verduras, frutas y jardín) que contribuyan de
forma simultánea a mejorar notoriamente la calidad del compost y a reducir los
problemas de funcionamiento de las plantas de compostaje.
Así lo
vienen haciendo con éxito los países, regiones y ciudades (Holanda, Flandes,
Viena…) unánimemente reconocidos como líderes en este ámbito. Estos han
dimensionado sus infraestructuras basándose en criterios de racionalidad y
sostenibilidad, de modo que han conseguido dar una salida satisfactoria a
su compost apostando por la calidad del producto frente a la cantidad de
biorresiduo recogida. Así lo hicieron también en un comienzo, en nuestro
entorno más próximo, municipios y mancomunidades de Gipuzkoa y Bizkaia, que
posteriormente desistieron de hacerlo con el sorprendente argumento de que “la
decisión coincide con las directrices europeas para los próximos años, en las
que priorizan la generación de cantidad frente a su calidad”. Sobran los
comentarios.
Fuente: http://www.residuosprofesional.com/limites-compost-calidad-cantidad/
Fuente: http://www.residuosprofesional.com/limites-compost-calidad-cantidad/