Las más de 140 plantas de limpieza de aguas servidas e industriales con lombrices que la firma tiene implementada en varios países permiten ahorrar un 80% de costos energéticos a las empresas.
Hace seis años que Biofiltro creó su
primera planta de tratamiento de aguas servidas con lombricultura. Este
año, con cerca de 140 plantas en varios países, la empresa que inició un
estudiante de la Universidad de Chile firmó cuatro nuevos contratos en
Estados Unidos por US$4 millones y está un paso más cerca de una de sus
metas más importantes: posicionarse en el extranjero.
“Desde el 2012 que estamos en Estados
Unidos, pero este año nosotros ya pasamos la peor parte que es darnos a
conocer y firmar los primeros contratos, y ahora pensamos en poder
expandirnos ya firme”, aseguró Santiago Prado, country manager de la
firma en Chile.
El estudiante de Ingeniería Civil Alex
Villagra, luego de participar en una investigación sobre el tratamiento
de aguas, creó el sistema @BIDA, una tecnología capaz de limpiar aguas
residuales y dejarlas aptas para riego a partir de lombrices.
En 2010, Villagra se unió con Matías Sjogren y Rafael Concha y convirtieron su proyecto en un negocio.
“Trataron de no quedarse únicamente en
la limpieza de aguas servidas, que son las aguas que se producen por los
desechos humanos, sino que esto extrapolarlo y buscar una forma de
poder estandarizar y poder desarrollar esta misma aplicación en RILes,
que son desechos de aguas de industria. Desechos orgánicos, no desechos
químicos”, explicó Prado. “Restos de una lechería, aguas contaminadas de
un matadero, restos de una viña, etc”, agregó.
El proceso deja como único desecho un humus de lombrices que luego puede ser comercializado como abono orgánico.
“Lo más importante es que nosotros
generamos un 80% de ahorro en los costos energéticos. Es una tecnología
extremadamente sencilla y de fácil implementación, no requiere de
grandes tecnologías. La gracia está en un hecho biológico, que las
lombrices son las que hacen la tarea”, comentó.
¿Cómo funciona un Biofiltro?
El agua servida o industrial, luego de
pasar por un proceso que filtra los desechos más grandes, es rociada
sobre el Biofiltro, que consiste en un depósito con varias capas.
La primera contiene a las lombrices, que
se comen los sólidos residuales. Cuando las lombrices hacen la
digestión producen desechos que ayudan a eliminar contaminantes
disueltos en el agua, y dejan el humus de lombriz, que se usa como
fertilizante orgánico.
El agua continúa bajando por el depósito
y pasa por otras dos capas de aserrín y gravilla, que filtran sólidos y
contienen bacterias que pueden procesar otros contaminantes disueltos.
Finalmente, el agua llega a un estanque
al que se le agregan algunas gotas de cloro para terminar el proceso de
desinfección, resultando en agua limpia que se utiliza para el regadío.
Su silencioso éxito
Tras comenzar con capitales propios, en
2011 la firma comenzó a ganar concursos de emprendimientos sustentables,
incluyendo el premio Sustainable Wastewater Treatment Technology, del
concurso Clean Tech Open en Silicon Valley, donde recibieron US$100 mil
para continuar con su labor.
“Este fue un reconocimiento muy
importante porque era muy raro que un país como Chile fuera ganador de
un concurso de innovación tecnológica, más considerando que Sudamérica
no es visto como un polo de desarrollo de tecnología”, sostuvo Sjogren,
hoy CEO de Biofiltro.
Actualmente tienen cerca de 130 plantas
en Chile que limpian las aguas de empresas como Agrofoods, Soprole,
Loncoleche, Viña Indómita y establecimientos como el casino Enjoy de Los
Andes, el Parque Metropolitano de Santiago y varios colegios en
distintas comunas del país. Otras plantas están ubicadas en Estados
Unidos, Nueva Zelanda, México y Brasil.
El modelo de negocios
Biofiltro funciona de forma distinta en
Chile y en Estados Unidos, donde tienen unas cinco plantas. En el país,
la empresa opera con un modelo de licenciamiento, cediendo los permisos
para su uso, tras el pago de un monto establecido. En EE.UU., por el
contrario, es quien instala y se mantiene como propietario de las
plantas que limpian el agua mediante un contrato a diez años con sus
clientes.
“Los contratos nuestros son súper
variables, hay plantas que son pequeñas que son para localidades rurales
y que pueden llegar a unas dos mil UF. Hay plantas grandes que pueden
llegar a las 15 mil UF. Es todo proporcional a la cantidad de RILes y
aguas servidas que se quiera tratar”, explicó el country manager de la
firma.
“En el corto y mediano plazo nuestra
intención es continuar las operaciones en Chile, seguir expandiéndonos,
queremos duplicar las ventas este año y queremos llegar a los US$3
millones”, destacó Prado.
En tanto, Biofiltro mantiene su vista
fija en Estados Unidos, donde “esperamos que sea por fin el año de la
expansión fuerte”, expresó.
“Estos años han sido principalmente de
darnos a conocer, de hacer pequeñas plantas piloto, que los clientes nos
conozcan, pero como hoy día ya tenemos 4 o 5 contratos fuertes, ya
pensamos que con esto vamos a poder dar el primer paso”, puntualizó.
Por Francisca Domínguez
Fuente: Emol.com
Fuente: Emol.com
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