domingo, 16 de febrero de 2020

Las lombrices, una alternativa para reciclar la basura orgánica en abono

Las lombrices, una alternativa para reciclar la basura orgánica en abono  

Crece el interés por esta actividad, que se diversifica en abierto beneficio del medio ambiente y los agricultores


EL LICENCIADO EN ECOLOGÍA HORACIO P. DE BELÁUSTEGUI ENSEÑA EL ARTE DE LA LUMBRICULTURA HACE MÁS DE DOS DÉCADAS Y ASEGURA QUE SI LOS DESECHOS ORGÁNICOS SE RECICLAN EN LA CASA EVITAMOS LA CONTAMINACIÓN Y OBTENEMOS UN PODEROSO ABONO NATURAL


Menú del día: una buena cantidad de desperdicios de frutas y verduras, migajas de pasteles y pan, y una ración de estiércol de gallina o conejo, mezclada con hojas, césped recién cortado y restos de café. Miles de lombrices rojas “californianas” se arrastran dentro de cajones de verdura en el patio de la Fundación Biosfera, cerca del Hospital de Niños. Esperan deseosas el manjar que el ecólogo platense Horacio P. de Beláustegui preparó para alimentarlas. El banquete lleva ya un mes de maduración y quedó convertido en una composta que está lista para ser consumida. Las voraces lombrices, que llegan a ingerir por día hasta una cantidad de comida equivalente a su propio peso, lo devolverán a la tierra convertido en un poderoso abono natural, al que se conoce como “humus de lombriz” o “vermicompost”.

Hay muchas formas de hacer lumbricultura. El humus de lombriz que se produce ayuda a las plantas a crecer, a la vez que mejora la fertilidad del suelo. Gracias a esa cualidad de su incansable sistema digestivo, estos anélidos han reivindicado en las últimas décadas su rol en el equilibrio del planeta, desde que se redescubrió su potencial como procesadores naturales de basura orgánica. ¿Cómo lo hacen? Simplemente las lombrices ingieren todos los residuos y luego que pasan por su aparato digestivo, sus excreciones se convierten en un lombricompuesto que ofrece muchos beneficios a las plantas.

“Estimula el crecimiento, aporta nutrientes y hay ensayos que muestran que se obtienen mejores rendimientos en plantaciones de lechuga y tomate. Además, a diferencia de los fertilizantes químicos, contribuye a la protección del ambiente. Por centímetro cuadrado hay millones de colonias de bacterias y microorganismos que enriquecen el suelo con la biodiversidad”, dice de Beláustegui, mientras levanta un puñado de lombrices en plena faena.

Ese es hoy el principal potencial de la lumbricultura, una actividad que despierta un interés creciente, al ritmo que en el mundo aumenta la preocupación por el desarrollo sustentable y el medio ambiente. Es que no sólo constituye una sana alternativa para reciclar en el hogar basura orgánica, de naturaleza vegetal, sino que en algunos casos, hasta es posible generar ganancias con un emprendimiento de bajo costo.

En La Plata hay al menos dos empresas que se dedican a la producción y venta de humus de lombriz. Se comercializa por kilo y por volumen. En el mercado, y dependiendo del productor, una bolsa de unos 50 litros se consigue a un precio que varía entre 50 y 100 pesos. «Pero el costo de producción es mínimo», resaltan.

“Cuando uno quiere desarrollar la lumbricultura a través de una PyME, debe mensurar qué es lo que tiene (es decir los elementos básicos) y adónde apunta con la producción -explica de Beláustegui-. Una unidad productiva de dos metros de largo y un metro de ancho, por medio metro de alto, en nueve meses nos va a generar algo así como 600 kilos de lombricompuesto y habrá consumido aproximadamente una tonelada y media de materia orgánica”, sostiene de Beláustegui.

AMPLIA GAMA DE APLICACIONES

Son muchas más las personas que año tras año toman cursos y se involucran en una labor que ofrece un variado abanico de otras aplicaciones: se cultivan lombrices para venderlas como carnada de pesca, para alimentar a otros animales (por su alto valor proteico), para fabricar harinas y, en algunas casos, para el tratamiento de grandes concentraciones de desechos orgánicos, como las basuras procedentes de las ciudades.

“Hay muchas formas de hacer lumbricultura. Puede hacerse en un balde en la casa, a nivel doméstico, o en grandes extensiones, a nivel industrial”, explica Martín Nigoul, quien durante cuatro años practicó esta actividad en el Zoológico de La Plata para favorecer el crecimiento de la flora del parque.

“Nosotros juntábamos el estiércol a diario -recuerda Nigoul-. Usábamos el estiércol del elefante y de los dos rinocerontes que había en ese entonces. Teníamos «camas» de cuatro por tres metros, y ahí hacíamos la explotación, dividiendo el sector por la mitad. Cuando de un lado estaba listo (el proceso) se sacaban las lombrices y se ponían del otro”.

“Lo hacíamos de forma artesanal”, cuenta Nigoul. Es que aparte de las “camas” donde se realizaba la explotación, lo único que necesitaban “era una carretilla para el estiércol y una horquilla para mover el material”.

El lombricompuesto es muy apreciado por los agricultores debido, además, a que crea un hábitat desfavorable para los parásitos y las plagas. “También se usa para enriquecer terrenos que quedaron desnaturalizados por el abuso de fertilizantes químicos o decapitados por eliminación de horizontes fértiles”, explica de Beláustegui.

OPCION PARA EL HOGAR

Pero para el ecólogo platense lo más importante es que la lumbricultura permite reciclar buena parte de los desechos hogareños. “Con dos cajoncitos, en un patio muy pequeño, una persona puede hacerse cargo de la parte orgánica de los residuos de su casa, a la vez que genera un buen compost para sus propias plantas”, dice el experto, que desde 1994 dicta cursos de lumbricultura. “Con dos cajoncitos, en un patio muy pequeño, una persona puede hacerse cargo de la parte orgánica de los residuos de su casa, a la vez que genera un buen compost para sus propias plantas”

¿Qué hace falta para empezar? No mucho. Lo primero, claro, es capacitarse. Luego quedan unos pocos pasos. Conseguir las lombrices no representa un esfuerzo mayúsculo: pueden comprarse en puestos especializados o a través de Internet, donde unas 2000 lombrices californianas (su nombre científico es Eisenia foetida) se venden a 130 pesos. También comercializan kits ya preparados, que incluyen la caja lombricera, bolsas con humus en elaboración y muestras de vermicomst listo para utilizar, a modo de prueba. Todo eso por un valor que no supera los 200 pesos.

Una vez adquiridas se reproducen fácilmente y en ciertas condiciones cuadriplican su población cada tres meses. Además son más dóciles de lo que se imagina: mientras tengan comida y espacio, no se escapan. Se calcula que, en promedio, en 24 horas un kilo de este tipo de lombriz puede procesar mil gramos de basura orgánica, ya que expulsa entre el 50 y el 60 por ciento de lo que digiere convertido en abono natural.

EN CASA, PASO A PASO

“Esto se puede hacer en la casa de cualquiera. No se necesita una infraestructura gigante ni mucho menos”, insiste de Beláustegui, mientras muestra un folleto de la fundación de calle 16 entre 65 y 66, donde se detallan los pasos básicos de uno de los tantos métodos para hacer lumbricultura en el hogar.

Manos a la obra. «Esto empieza por separar en la casa residuos de naturaleza orgánica vegetal de lo que no es orgánico. Lo orgánico es todo lo que surge de la cocina, del césped, la poda, el mate, las cáscaras», explica. «Eso es lo que se va a compostar y se va a transformar en el alimento de las lombrices. En realidad, no es sólo eso, sino que formará todo un ecosistema integrado por bacterias y hongos que se recicla en el lombricompuesto, que son las heces de las lombrices».

Hay que elegir bien el recipiente para el lumbricario. Se puede armar en un cantero, en una caja o en un cajón. Especialistas explican que un error habitual que suelen cometer quienes se inician en la lumbricultura sin demasiados conocimientos, consiste en utilizar recipientes no aireados, que se degradan, no permiten extraer los jugos que genera el proceso, tienen olor y atraen insectos. Una opción es utilizar cajones de verduras, a los que se debe revestir con media sombra y luego cubrir con una capa de paja.

El siguiente paso consiste en colocar diariamente los residuos orgánicos. ¿Qué desperdicios se pueden compostar? La lista es larga e incluye la mayoría de los residuos de alimentos, aunque no se puede utilizar carne (ver infografía). Después, hay que tapar los desechos con una nueva capa de paja y finalmente poner encima otra media sombra, para impedir que las moscas pongan huevos.

En este punto, el de la fermentación, hay que armarse de un poco de paciencia: recién después de alrededor de un mes de actividad microbiológica, la materia orgánica se habrá transformado en una composta lista para alimentar a las lombrices. Como estos animales carecen de sistema masticatorio, sólo ingieren cosas blandas y frescas y por eso es necesario procesarles todo biológicamente.

Aquí es donde entran en acción las lombrices californianas. Su incansable tarea se desarrollará durante 8 meses, lapso en que su complejo sistema digestivo habrá contribuido a producir el abono orgánico que, tras una previa tamización, se puede usar para las plantas o para comercializar. Ojo, el humus obtenido se mezcla con la tierra; no se debería plantar directamente en él.

“Una vez que está terminado el proceso, las lombrices se van solas. Migran a los otros cajones porque van detrás del alimento y espacio. Tienen hábitos nocturnos; cuando llueve migran”, cuenta de Beláustegui.

Ya bien entrado el siglo XXI, en una época en que la desertificación avanza sobre el planeta y en la que el manejo de los desechos orgánicos se ha convertido en un problema urgente, las lombrices reivindican su papel y recuperan el rol que ya les habían asignado los antiguos griegos hace miles de años: el de ser «los intestinos de la tierra».

Temperatura
Las lombrices no soportan los extremos de temperatura. “Son animales resistentes dentro de algunos parámetros. Cuando hace frío no pueden vivir porque las bacterias no viven y más allá de los 42º se mueren. Entre los 15 y los 30º se pueden desarrollar muy bien”, explica Martín Nigoul

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